Quienes añoran las políticas neoliberales pretenden mantener la formula: empresas privadas que ocupen los nichos rentables de áreas estratégicas y un Estado bobo que asuma todo lo que no es rentable, transformando así a las empresas estatales en inviables, y a los gobiernos en títeres sometidos a los intereses económicos de las corporaciones privadas que, manejando a voluntad la logística, extorsionan para maximizar su tasa de ganancias, derivando casi siempre en crisis económicas, como la del 2001.
Esta lógica económica implementada a partir del año 55, necesitó una forma violentísima para ser impuesta y nos dejó las marcas propias de una guerra civil, con el agravante que no hubo ninguna guerra. En cambio, sí resultó necesaria la implementación del terrorismo de Estado para intentar erradicar los conceptos de soberanía política, independencia económica y justicia social.
El área del transporte aéreo fue un coto de caza de algunos brigadieres, dejada a la deriva con la creación y posterior desaparición de decenas de empresas que, ante la falta de gestión y control y ante la ausencia de una política de Estado que subordine el transporte aéreo al interés nacional, desaparecieron.
Durante esta última década la crisis estalló, demostrando que la falta de políticas de Estado en aviación se paga cara, muy cara.
La entrada de LAN Argentina representó la primera solución para una falencia en la industria provocada por la desaparición de empresas como LAPA, LAFSA, Southern Winds, ALTA, Aeromaster, Aerovip, CATA, LAER, entre otras. La creación de una subsidiaria del gigantesco holding con radicación en la Argentina, bajo leyes argentinas, con la totalidad de los empleados argentinos, con aeronaves radicadas en argentina, mantenimiento y control argentino y conservando un firme control por parte del Estado. De este modo se impidió que sus lobistas puedan comprar voluntades para cambiar normas, flexibilizar leyes y modificar los requisitos, y migrar alegremente dejando desprotegida a la industria o extorsionar bajo amenaza de abandonar un nicho muy importante (cerca del 30% del mercado domestico) en caso de perder la elevada rentabilidad que mantiene actualmente.
El caso de Aerolíneas es muy distinto. Sin una idea real de la dimensión del daño causado por casi dos décadas de vaciamiento, el gobierno tomó la decisión estratégica de recuperarla. Nadie podía tener idea de la realidad. Delincuentes que tenían total apoyo del reino de España y de algún que otro criollo sin sentido de pertenencia, escondieron el desastre que los trabajadores denunciaron en soledad durante años. Años de entrega por parte de varios gobiernos que permitieron, por acción u omisión, el robo y el saqueo. Repartieron pauta publicitaria y pasajes indiscriminadamente, crearon medios como el Diario Critica, que defendía la gestión de los ibéricos y arrastró a periodistas como Lanata (que había llorado junto a los trabajadores de Aerolíneas en la Ricchieri en 2001) que finalmente terminó probando la misma medicina que todas las victimas de Antonio Mata. Uno de los beneficiarios de los pasajes que repartían fue Omar De Marchi, que junto a sus allegados, viajó a México, Bogotá, Madrid y Río de Janeiro de cortesía en clase ejecutiva, por solo mencionar algunos destinos.
Luego de décadas de ausencia total del Estado, la falta de infraestructura aeroportuaria limita tanto la expansión como el crecimiento, y en tanto siga en manos de Aeropuertos 2000, no es lógico esperar inversiones salvo en las áreas de rentabilidad inmediata como estacionamientos y oficinas comerciales. El negocio de los free shops terminó, como era obvio que iba a terminar.
El campo de batalla elegido por la oposición es precisamente Aerolíneas, donde los errores y los modos de quienes la conducen terminan opacando todos los logros impensados hace muy poco tiempo atrás (flota de cabotaje y regional moderna, centro de instrucción propio vendiendo servicios a terceros, regularidad histórica, mejora en sistemas de gestión y control, sistemas de comercialización, etc.).
Todos saben que ahorrar lleva mucho tiempo y malgastarlos lleva muy poco. Reconstruir totalmente una industria devastada va a tomar años de inversiones que no son la única prioridad de éste, ni de ningún gobierno.
Hay quienes pretenden dar sus luchas políticas en la aviación comercial sin darse cuenta que avanzar sobre las privadas es tan dañoso como atacar a las estatales. Los tiempos de la aviación son muy distintos a los de la política. Los resultados son lentos, las circunstancias cambiantes y lo único que es permanente son las miles de familias que dependen de una industria que necesita mantener en el largo plazo las políticas de defensa de la soberanía que ha implementado el Gobierno Nacional. Esta posición se ha mantenido pese a las presiones de gran parte del arco opositor y de casi la totalidad de los gobiernos extranjeros para mutar a una política de Cielos Abiertos con libre migración de matrículas, libre migración de licencias que lo único que harían es postrarnos como Nación eliminando la mano de obra nacional obligándonos al desarraigo al cual nos llevaron las políticas neoliberales.
Quien ponga en peligro a nuestra forma de llevar el pan a nuestros hogares nos va a encontrar listos y unidos como nunca antes.
Los pilotos tenemos una historia de luchas sin claudicaciones, y la defensa de nuestros cielos es una que va a ser memorable.
PABLO BIRO
Presidente